Una educación para una sociedad justa, democrática y sostenible formada por miembros autónomos, libres y creativos

Publicado por Kairós en

Edi López Marín


Este documento se basa en la voluntad de reconocer la necesidad de introducir el pensamiento crítico como base de una educación que debe responder a los cambios frenéticos que sufre la sociedad y que debe pretender crear miembros autónomos, creativos y libres que conformen una sociedad justa, democrática y sostenible.

Hay muchos argumentos que nos hacen concluir que la educación actual debe adaptarse a la nueva realidad tecnológica, social y económica que vivimos. Es verdad que desde la escuela tradicional ha habido ciertas evoluciones, pero no es una evolución de lo tradicional lo que debemos pretender, sino un nuevo paradigma educativo. En este sentido, y desde mi humilde punto de vista, la política educativa debe tomar consciencia sobre la necesidad de trabajar explícitamente el pensamiento crítico, y que ello se compagine con nuevas pedagogías, nuevos saberes y tantos otros cambios a discutir entre los expertos educativos.

Basar la educación en el pensamiento crítico permitiría que el “cómo” se enseña pasara a ser más importante que el “qué” se enseña al contrario de lo que sucede hoy en día, y teniendo en cuenta que la escuela ya no es la fuente de la información y el conocimiento como era antaño, este avance sería muy positivo para preparar competencialmente las futuras sociedades. Además, el pensamiento crítico es el que permite a la ciudadanía emitir juicios con conocimiento de causa y argumentos, y esto es necesario teniendo en cuenta que nos encontramos en una realidad en la que tanto la sostenibilidad mundial como la pandemia provocada por la COVID-19 nos pide responsabilidades individuales.

Para alcanzar el objetivo de lograr una sociedad justa, democrática y sostenible formada por miembros autónomos, creativos y libres basándonos, en parte, en el trabajo del pensamiento crítico, es necesario llegar a todos los ciudadanos sin excepción y hacerlo desde temprana edad. Por ello propongo que se empiece a trabajar el pensamiento crítico en las aulas de primaria y se siga trabajando sin fin, hasta la superior, haciendo especial hincapié en los estudios universitarios que preparan a los futuros maestros.

Mi propuesta para basar la educación en el pensamiento crítico, que puede ser discutida y modificada hasta su totalidad si es conveniente, se estructura en dos ejes:

  • Una base pedagógica transversal y global basada en el pensamiento crítico.
  • Un espacio dedicado al ejercicio teórico-práctico del pensamiento crítico.

En cuanto a la base pedagógica transversal y global basada en el pensamiento crítico, lo que pretendo, más allá de dejar de segmentar los saberes cognitivos, es que en todas las actividades de enseñanza-aprendizaje todos los implicados puedan actuar con conciencia crítica y todo lo que ello conlleva, de este modo conseguiríamos hacer habitual el ejercicio que nos lleva hacia una sociedad mejor. Para que esto se consiga, entendiendo que las direcciones de los centros educativos acuerdan esta base pedagógica como línea de centro, la responsabilidad recae sobre los docentes, que deberán actuar para favorecer espacios de crítica y reflexión a través de las siguientes premisas:

  • Promover preguntas para pensar que sean pertinentes.
  • Dar tiempo para reflexionar y responder.
  • Usar metodologías activas y trabajar en grupo.
  • Fomentar un clima de confianza y relajado que invite a participar y a equivocarse, aprendiendo de los errores.
  • Favorecer un aprendizaje autónomo.

La segunda de estas premisas se debe cumplir indiscriminadamente y esto debe suponer un cambio sustantivo en el funcionamiento escolar, en el sentido que los tempos que determinan la finalización de un área de estudio deberían depender del proceso del aprendizaje del alumnado y no de un calendario/horario totalmente segmentado y estipulado sin ningún tipo de previo acuerdo con el alumnado, que debería ser el protagonista de su aprendizaje en todos los sentidos.

Hablando ahora de la tercera de las premisas, seguro que conduce precisamente a deconstruir esta idea de educación que nos viene impuesta por la tradición a través de metodologías activas. No soy consciente de cuál es la mejor metodología educativa ni si ha surgido alguna que remedie todos los efectos negativos de la educación tradicional, pero que ésta última debe desaparecer es obvio, así que sigamos con las metodologías activas pretendiendo dar respuesta a todas las necesidades que nos surgen.

Este primer eje del trabajo del pensamiento crítico en la educación, aunque tenga que responder a la voluntad de ser transversal y global, debe ir desarrollándose en función de la competencia que los alumnos vayan asumiendo en relación con el pensamiento crítico gracias al espacio dedicado estrictamente a su ejercicio, lo que significa que conforme se avance de curso –no quiero que se entienda que pretendo una misma estructura de niveles como la conocida actualmente- se podrá desarrollar más esta pedagogía basada en el pensamiento crítico. Y conforme esto suceda, hay algunas actividades que pueden ser trabajadas en cualquier espacio de manera transversal que consiguen el trabajo crítico del alumnado:

  • Dilemas morales con conflictos de valores
  • Análisis y comparación de noticias
  • Debates
  • Role-playing
  • Buenas preguntas
  • Aula Socrática

Esta última propuesta fue desarrollada por Howard, M. (2016) y da respuesta tanto a la necesidad de introducir la práctica del pensamiento crítico como a la necesidad de preparar a los docentes para la didáctica del mismo. Los pasos que definen el trabajo en un Aula Socrática son los siguientes:

  • Se selecciona un texto, una imagen, una obra… considerando el interés del alumnado y también el interés formativo.
  • Se crean y se proponen preguntas desafiantes generalmente que emanen de aquello más polémico, controvertido o discutible del objeto observado.
  • Se organiza el aula –considerándose el aula también cualquier espacio exterior escogido para el diálogo y el debate.
  • Se crean dos círculos, uno interior en el que se debate y discute y uno exterior en el que se observa y se reflexiona.
  • Se discute y se debate sin intervención adulta.
  • Se implica al círculo exterior.

Quizás a través de la tecnología se pueden recoger pensamientos propios, comentarios, preguntas o incluso instar al debate a los miembros del círculo interior.

  • Se reflexiona y se evalúa. El alumnado puede escribir sobre lo que ha aprendido al finalizar el debate, hecho que le permite reflexionar más profundamente.

Esta metodología de trabajo me parece fabulosa, sobre todo porque es extrapolable a cualquier entorno de aprendizaje. Aquello criticable por mi parte de esta propuesta, pero, es la falta absoluta de intervención adulta. Soy muy consciente que el protagonismo del enseñamiento-aprendizaje ha de ser del alumnado, pero también soy partidario de permitirlos pensar más allá de lo que pensarían sin posibles buenas intervenciones adultas, siempre que sean esporádicas y no se conviertan en el eje de la práctica afectando directamente a la autonomía del alumnado.

En cuanto al espacio dedicado a la ejercitación teórico-práctica del pensamiento crítico, es necesario saber que éste pensamiento sucede y se desarrolla básica y generalmente en dos circunstancias diferentes: la solitud y el diálogo, y de estas dos vertientes extraigo aquello a trabajar en este espacio educativo.

La solitud requiere de autoconocimiento y autorregulación de las emociones, más allá de los propios mecanismos del pensar. Así pues, la escuela se tiene que responsabilizar de trabajar el conocimiento de uno mismo, el autoconcepto, la autoestima, las emociones, la regulación de las emociones y la reflexión o el pensamiento reflexivo, y por supuesto debe hacerlo bajo el paraguas de la crítica que, de entre otras características, se define por huir de los prejuicios y los estereotipos, que afectan el avance de la libertad individual.

El diálogo es la segunda vertiente del pensamiento crítico, de la cual también se debe planificar su trabajo educativo. Dentro de la vertiente del diálogo hay dos dimensiones: la sincrónica y la diacrónica.

La sincrónica, que se refiere al diálogo social, pide habilidades sociales y habilidades de argumentación. En este sentido la escuela debe responsabilizarse de trabajar principalmente la escucha activa, el respeto y la asertividad, sin dejar perder la ocasión de hacer un trabajo global de las habilidades sociales, y las habilidades que posibiliten que los debates y las reflexiones sean de ayuda para el alumnado, de tal manera que los aspectos verbales, para-verbales y no verbales, juntamente con las características de los argumentos y las falacias, pasen a ser objeto de estudio en el ámbito educativo.

En cuanto a la dimensión diacrónica, que se refiere al diálogo con otros pensadores que hayan escrito y/o dicho sus reflexiones respecto a cualquier tema, requiere, más allá del hábito de lectura y comprensión, una búsqueda crítica de información que no permita aceptar aquello cuya fuente no se haya inspeccionado o que no se haya comparado, cuestionándolo todo para discernir aquello importante de aquello que no lo es tanto.

El pensamiento crítico pretende la libertad absoluta de pensamiento y de opinión, con la única excepción de un punto de partida acordado que determina el único marco ético sobre el que trabajar: los derechos humanos. Por tanto, la educación debe hacerse responsable de establecer una ética que concorde con las necesidades del momento y, consecuentemente, ha de trabajar los derechos humanos.

La práctica del pensamiento crítico requiere de una predisposición crítica por parte de la docencia. Sería incongruente que no fuera así, por lo tanto, es muy importante que de manera constante se reflexione, se analice, se critique y se pregunte todo aquello que se relaciona con la práctica desarrollada. Es necesario tener en constante evaluación y mejora las actividades que emanen de la propuesta de trabajar el pensamiento crítico teniendo en cuenta las agrupaciones, la elección de los integrantes de los grupos si se hacen, la periodicidad de las prácticas, el espacio donde se desarrollan, la elección del tema a tratar y la tarea de la persona adulta.

Pero las responsabilidades de la docencia no finalizan aquí, puesto que para poder generar educación entorno al pensamiento crítico se tiene que tener cierta base académica y vivencial que certifique la competencia didáctica del pensamiento crítico. Los planes de estudio de las carreras que preparan a los docentes deberían modificarse en favor del trabajo del pensamiento crítico. Por supuesto también en las universidades será necesario establecer una línea pedagógica transversal y global basada en el pensamiento crítico, y además, en los estudios de magisterio se tendrá que trabajar la didáctica de este pensamiento, y para hacerlo se debe incluir un módulo en el que se trabajen los siguientes apartados:

  • La conceptualización entorno al pensamiento crítico. No a través de la memorización de una definición si no a través de la reflexión de la propia práctica y del conocimiento de su histórico.
  • La teoría de la formulación de preguntas. Práctica imprescindible para lograr el buen trabajo del pensamiento crítico.
  • El análisis, la síntesis y la evaluación. No solo hace falta hacerse preguntas si no hacerlas buenas y relevantes, además de saberlas evaluar constantemente.
  • La didáctica de todas las habilidades y saberes que derivan del trabajo dedicado al pensamiento crítico.

En conclusión y para sintetizar todo aquello expuesto, mi propuesta se basa en introducir el trabajo del pensamiento crítico en la educación, desde la primaria y sin fin, con el objetivo de pretender una sociedad justa, democrática y sostenible formada por miembros autónomos, libres y creativos. Para lograr tal objetivo propongo que los centros acuerden trabajar bajo una base pedagógica transversal y global basada en el pensamiento crítico y que paralelamente se desarrolle un espacio dedicado al ejercicio teórico-práctico del pensamiento crítico, que no puede ser optativo, en el que trabajar los siguientes saberes y habilidades:

  • Autoconocimiento
  • Autoconcepto
  • Autoestima
  • Educación emocional
  • Pensamiento reflexivo
  • Eliminación de prejuicios y estereotipos
  • Habilidades sociales
  • Escucha activa
  • Respeto
  • Asertividad
  • Habilidades de argumentación
  • Aspectos verbales
  • Aspectos para-verbales
  • Aspectos no verbales
  • Argumentación
  • Historia del pensamiento crítico
  • Búsqueda crítica de información
  • Los derechos humanos

 

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