SI ESTUVIERA EN SUS MANOS HACER UN CAMBIO EN LA EDUCACION A NIVEL MUNDIAL ¿QUÉ CAMBIARÍA?

Publicado por Kairós en

Francisco Antonio Alarcón Alba


La educación superior actualmente está demasiado cargada y enfocada en los contenidos y brinda muy poca atención real a las competencias claves que las personas necesitan y necesitarán para desempeñarse con éxito como ciudadanos y como profesionales del Siglo 21. Competencias tales como: pensamiento crítico, creatividad, colaboración, comunicación, alfabetización informacional, alfabetización mediática, alfabetización tecnológica, formación moral y ética, flexibilidad, liderazgo, productividad, y habilidades sociales. Este desbalance tiene que cambiar y, si estuviera en mis manos, esto sería lo que yo cambiaría drásticamente en el currículum universitario. Porque hoy y mañana, aprender contenido no es ni será tan importante como adquirir las competencias claves para el siglo 21.

Algunos expertos piensan que esta pandemia está acelerando y acelerará aún más el progreso y desarrollo de la inteligencia artificial, la automática, la robótica, la bioingeniería y el procesamiento y la transmisión de grandes volúmenes de datos. Desarrollos que empujan y están haciendo posible la automatización de la producción de bienes y la prestación de servicios, lo que algunos han llamado la cuarta revolución industrial, o revolución industrial 4.0.

Esto traerá profundos cambios que ya estaban ocurriendo antes de la pandemia y que se vislumbra que ocurrirán con mayor fuerza en los mercados de trabajo y en las profesiones del futuro.

Cambios que traerán consecuencias muy directas para las universidades a través de las competencias que serán requeridas a los graduados universitarios en el futuro. Cambios que impactarán necesaria e inevitablemente la oferta educativa, los enfoques y estructuras curriculares y los métodos y estrategias de enseñanza y aprendizaje de las universidades.

Se afirma que la mayoría de los trabajos que hoy se realizan y para los que hoy educamos en las escuelas y universidades, van a dejar de existir y nuevas profesiones muy diferentes emergerán en los próximos años.

La época en la que una persona estudiaba y se preparaba para una profesión o una carrera, la cual ejercería a lo largo de toda su vida laboral está llegando o ha llegado a su fin. En la sociedad contemporánea, con el avance de la automatización y la llamada revolución 4.0 en progreso, los mercados laborales están cambiando rápidamente y es previsible que tenderán a cambiar de manera aún más profunda y frecuente en el futuro, después del desastre sanitario y económico global de esta pandemia.

Por los avances científicos y tecnológicos en marcha, incluso antes del Covid-19 ya se vislumbraba como muy probable que en el futuro, de manera periódica y recurrente se presenten oleadas de cambios y profundas transformaciones en los mercados de trabajo. Transformaciones que, aproximadamente cada 10 o 15 años, obliguen a la mayoría de las personas a reinventarse o transformarse profesional y laboralmente (Harari, 2020).

Es muy difícil que alguien pueda predecir con cierta exactitud los cambios y transformaciones por venir en los mercados laborales, para poder decidir de manera certera y con anticipación suficiente, cuales han de ser las competencias específicas y los programas de estudio que se deben ofrecer o que se deben demandar o tomar, para prepararse por anticipado a las transformaciones que ocurrirán en la sociedad y los mercados laborales.

No obstante, en este contexto, las universidades ya se están viendo obligadas a desarrollar y mejorar significativamente su capacidad de análisis prospectivo y de aprendizaje institucional. Y su flexibilidad y búsqueda permanente de la pertinencia de su oferta educativa y de sus métodos y estrategias de enseñanza aprendizaje, serán una necesidad vital en el futuro.

Uno podría incluso imaginar la posible desaparición de las carreras universitarias como las conocemos hoy y el surgimiento de currículos abiertos definidos por/con cada individuo, como en el modelo de educación general que ya hoy ofrece la Universidad Brown en los Estados Unidos: the Brown open curriculum.

Pese a la incertidumbre prevaleciente, lo que sí se sabe con certeza es que la educación deberá enfocarse en las llamadas competencias del siglo 21 y en el desarrollo de la inteligencia emocional, para lograr que los estudiantes adquieran la flexibilidad y resiliensia mental y emocional, la automotivación y la capacidad necesarias para mantenerse cambiando y reaprendiendo a lo largo de toda su vida.

Además, el sistema de educación superior tendrá que transformarse de manera que las universidades puedan recibir a las personas, no solo para su formación al inicio de sus carreras, sino de manera intermitente a lo largo de su vida laboral, para brindarles educación que les ayude en sus procesos periódicos de reinvención y transformación profesional y laboral a lo largo de sus vidas.

Con una perspectiva como esta, es urgente que la universidad comience a repensar y cambiar el foco de su enseñanza, la que hoy está centrada casi completamente en los contenidos, y comience a enfocarse más en las competencias que hoy se consideran claves para el éxito en la vida profesional del Siglo 21. Competencias que algunos han considerado como suaves y, aunque deseables, apenas complementarias, pero que hoy comienzan a ser consideradas como competencias cruciales.

Pero cuales son estas competencias tan importantes? Varios autores coinciden en que estas competencias podrían agruparse en tres grandes bloques:

El primer bloque se refiere a habilidades o competencias de aprendizaje conocidas como las 4 “C” (en inglés). Se refieren a los procesos mentales requeridos para poder adaptarse y mejorar en los ambientes de trabajo modernos: Pensamiento crítico (capacidad para entender y hallar solución a problemas), creatividad (capacidad de pensar fuera de la caja), colaboración (capacidad para trabajar con otros) y comunicación (capacidad para hablar y comunicarse efectivamente con otros).

El segundo bloque se refiere a la alfabetización básica necesaria en 3 ámbitos críticos de la actividad profesional contemporánea. Se refieren a la capacidad de las personas para discernir hechos, medios y dispositivos de comunicación y la tecnología detrás de ellos. Se enfocan básicamente en la capacidad de determinar fuentes confiables e información basada en hechos, distinguiéndolos de la desinformación que inunda hoy día la internet: Alfabetización informacional (capacidad para entender hechos, cifras, estadísticas y datos), alfabetización mediática (capacidad para entender los métodos y fuentes de la información), y alfabetización tecnológica (capacidad para entender las máquinas y equipos que hacen posible la era de la información).

El tercer bloque se refiera a habilidades para la vida, indispensables en la época actual. Incluye elementos intangibles de la vida diaria de las personas enfocados en sus cualidades personales y profesionales: Formación moral y ética (capacidad de distinguir lo que es bueno o malo, correcto o incorrecto y comportarse de acuerdo con los principios, valores y normas que guían el comportamiento humano en la sociedad, para el bien común y la sana convivencia), flexibilidad (capacidad de desviarse de los planes cuando esto sea necesario y la resiliencia para recomponerse tras cambios no deseados ni esperados), liderazgo (capacidad de inspirar y motivar equipos para alcanzar objetivos), iniciativa (capacidad de iniciar y emprender proyectos, estrategias y planes por sí mismo y auto motivarse), productividad (capacidad de mantener eficiencia en una época de muchas distracciones), y habilidades sociales (capacidad de reunirse, tener empatía y colaborar efectivamente con otros para beneficio mutuo).

Todas estas competencias deben estar al centro del marco de cualificaciones de la educación superior, desarrolladas en diferente nivel de profundidad y alcance, dependiendo del nivel del sistema educativo correspondiente. Por lo que han de reflejarse de manera correspondiente en el perfil del graduado y a lo largo del currículo de todas las carreras universitarias.

Claro que los contenidos de las disciplinas y las profesiones que se enseñan en la universidad seguirán siendo muy importantes, pero quizás deba reevaluarse su dimensionamiento y el peso de los mismos en el currículo. Debe considerarse que quizás mucha de la información de esos contenidos podría hacerse obsoleta en el futuro cercano y que, por la dinámica de los mercados laborales, probablemente la mayoría de los estudiantes tendrán que reentrenarse repetidamente y cambiar de profesión en poco más de una década cada vez, después de graduarse. Por lo que lo más importante es desarrollar la capacidad de aprendizaje permanente de las personas.

Con relación a los contenidos disciplinares o profesionales quizás la educación debiera verse no como la construcción de una casa de piedra de gruesas paredes y con profundos cimientos, como se ha visto hasta ahora, sino más bien como la construcción de una casa de remolque moderna o como la construcción de una tienda de campaña de los mercaderes de oriente medio en la antigüedad, es decir como una edificación que pueda construirse y luego ser desarmada y rearmada en otro sitio en varias ocasiones en el futuro.

Y quizás los contenidos profesionales debieran comenzar a ser vistos y enseñados no solo para lograr cierto grado de conocimientos y habilidades profesionales en ámbitos específicos, sino también como vehículos o medios para la construcción y desarrollo de las competencias esenciales para el siglo 21, desde diferentes campos.

Puede visualizarse que nuestros graduados siempre van a necesitar un buen manejo de un campo de conocimiento, pero además capacidad para establecer conexiones con otros campos del conocimiento, habilidad para aplicar conocimientos, analizar información, resolver problemas e innovar, capacidad de aprender continuamente, saber adaptarse a distintas situaciones, mostrar autonomía, responsabilidad personal, profesional, social y capacidad para tomar decisiones, inteligencia intrapersonal y resiliencia, ser capaces de comunicarse de manera adecuada, asertiva y efectiva y mostrar capacidad de interacción profesional, cultural y social.

Todo será más interdisciplinar y las conexiones entre disciplinas serán más y más importantes. Triunfarán aquellas personas que sepan trabajar en equipo con profesionales de otras ramas, de otras nacionalidades y culturas y entiendan las necesidades de cada proyecto en el que participen.

Por lo que será muy importante una mejor colaboración entre diferentes profesores, departamentos y facultades universitarias y brindar a los estudiantes oportunidad de interactuar con personas y situaciones de otros contextos, nacionalidades y culturas. Además, por ejemplo, en lugar de tantas clases magistrales y exámenes escritos a final de período como en la enseñanza tradicional universitaria los estudiantes deberán realizar más asignaciones basadas en problemas y proyectos en grupos colaborativos, acercándose a contextos y problemáticas lo más realistas y cercanos posibles a su futuro ejercicio profesional, y dedicar más de la mitad de los períodos de clase a discusiones y debates protagonizados y dirigidos por los estudiantes.

Buena parte de las llamadas competencias del siglo 21 están incluidas en diversos grados y a distintos niveles de profundidad en los resultados de aprendizaje previstos en el Marco de cualificaciones para la educación superior centroamericana MCESCA, desarrollado y propuesto recientemente por numerosas instituciones de la región, con el liderazgo del CSUCA. Por lo que ése documento podría resultar de utilidad en estos esfuerzos de innovación.

Pero para lograr que los estudiantes desarrollen las llamadas competencias del Siglo 21, las universidades necesitaremos también avanzar hacia currículos más abiertos y flexibles y transformar nuestros métodos, técnicas y estrategias usadas en los procesos de enseñanza aprendizaje y en la evaluación de los aprendizajes de los estudiantes.

Se hará necesario experimentar de manera sistemática con métodos innovadores como: aprendizaje basado en proyectos (ABP), flipped classroom (Aula invertida), aprendizaje cooperativo, educación basada en juegos (gamificación), design thinking (pensamiento de diseño), aprendizaje basado en el pensamiento (thinking based-learning), self directed approach (método de aprendizaje autodirigido), coaching educativo, fab labs, talleres para arduino y robótica educativa, entre muchos otros.

Las universidades necesitaremos definir, aprobar e implementar políticas institucionales de innovación, incentivos a la innovación docente, mecanismos e instrumentos específicos de promoción de la innovación tales como: laboratorios de innovación educativa, círculos y redes de innovación, concursos de innovación, premios a la innovación, adquisición de equipo, software y materiales para innovación de la enseñanza aprendizaje, etc.

Sería muy valioso establecer laboratorios de innovación de los procesos de enseñanza, aprendizaje y evaluación de aprendizajes en las principales universidades de la región, y articularlos en una red regional de intercambio y colaboración internacional para la innovación educativa. Entendiendo estos laboratorios como espacios institucionales y físicos (aula experimental especial) diseñadas y equipadas para experimentar con nuevas formas de planificar, organizar, realizar y evaluar el aprendizaje y la enseñanza en la universidad, orientados a alcanzar de la mejor manera posible los resultados de aprendizaje previstos en el Marco de Cualificaciones de la Educación Superior Centroamericana MCESCA y al logro de las llamadas competencias esenciales para el Siglo 21.

Los laboratorios de innovación propuestos serían unidades institucionales y físicas, capaces de internalizar el riesgo al fracaso, reduciendo la escala de los ensayos de metodologías activas, técnicas y estrategias didácticas. Como resultado de estos ensayos se producirán prototipos o ejemplos de planes/diseño de clases innovadoras, materiales educativos y propuestas de políticas docentes. Estos ensayos incluirán procesos de investigación y sistematización de las experiencias. De manera que se pueda evaluar su impacto y efectividad antes de escalar al resto de la institución.

Asimismo, serían espacios para procesos demostrativos y de observación para la inducción y capacitación de profesores en las metodologías que, una vez ensayadas, hayan mostrado ser más efectivas y viables. Esto para los procesos de escalamiento a toda la institución o a otras instituciones, de los resultados del trabajo realizado en estos laboratorios de innovación educativa.

Asimismo sería necesario formar y capacitar una masa crítica de profesores universitarios en métodos, técnicas y estrategias activas e innovadoras de enseñanza, aprendizaje y evaluación de aprendizajes, y propiciar los medios para que puedan multiplicar esas capacidades en el resto del profesorado de las universidades participantes.

Los tiempos demandan que las universidades impulsemos la reflexión, el debate y las acciones, que permitan la innovación de la oferta educativa, los enfoques curriculares y los métodos de enseñanza aprendizaje, cambiando significativamente el balance entre contenidos y competencias esenciales. Porque hoy y mañana aprender contenido no es ni será tan importante como adquirir las competencias claves para el siglo 21.

Guatemala mayo 2020.

 

Referencias

Boss, S. (2019, January 22). EDSURGE.com. Retrieved May 20, 2020, from EDSURGE.com: https://www.edsurge.com/news/2019-01-22-so-why-do-21st-century-skills-still-matter

Harari Yuval N. (2020). Yuval Noah Harari and Newsweek Belgium «The Future of Sapiens» [Documentary-Interview by Taverine, X.]. Belgium. Recuperado May 15, 2020, de https://www.youtube.com/watch?v=17 4KXVvgyM

Stauffer, B. (2020, March 19). Applied Educational System. Retrieved May 20, 2020, from Applied Educational System: https://www.aeseducation.com/blog/what-are-21st-century-skills